3. Viaje a Vietnam y Camboya. Estambul-Bangkok-Hanoi: La llegada a Vietnam

El vuelo nocturno entre Estambul y Bangkok transcurrió sin contratiempos. Puntualidad, buen servicio por parte de Turkish Airlines, un par de pelis, un poco de lectura y unas horas de sueño. A las 09.30 am del 6 de julio aterrizábamos en el espectacular aeropuerto de Suvarnabhumi, en Bangkok.

Solventado el papeleo y los trámites de maletas (tuvimos que recogerlas pues el vuelo a Hanoi era independiente de los anteriores), nos dirigimos a la zona comercial de la Terminal Internacional. Dimos una vuelta, compramos algunas cosas y, a las 13.15 cogimos el avión de Qatar Airways con destino Hanoi, donde llegamos 2 vuelos y día y medio después de salir de Madrid.

Como supongo que nos pasa a todos cuando llegamos a Vietnam, nos pareció un auténtico rollazo el tema del visado. Había cola, sólo dos funcionarios y tardamos más o menos una hora y media en solucionar todo. (recordad que hay que llevar la carta de aceptación, el formulario relleno, el pasaporte, dos fotos y 45 dólares. Lo explican todo genial en Vietnamitas en Madrid)

Al salir, nos esperaba un coche del hotel (Rising Dragon Legend Hotel) que habíamos cogido para llevarnos hasta Hanoi. Durante la hora que tardó más o menos en llevarnos a la ciudad, fuimos pegados a la ventana del coche disfrutando de nuestras primeras imágenes de Vietnam. Vimos campesinos con sus sombreros tradicionales, pescadores e infraestructuras muy propias de Asia.

Entramos a Hanoi con el atardecer. El Rising Dragon Legend Hotel está situado en pleno Barrio Viejo, muy cerca del Lago Hoan Kiem. Es unsitio muy recomendable para alojarse en la ciudad, un precio estupendo, buena situación, excepcional servicio y lo necesario para sentirse a gusto.

Pese a estar bastante agotados, teníamos claro que no teníamos que caer en la tentación de ni siquiera sentarnos en la cama. Dejamos todo y nos fuimos a recorrer el Barrio Viejo.

La primera sensación cuando caminas por las calles del Old Quarter es muy impactante. Las casas se superponen unas a otras, hace un calor muy húmedo, hay muchísima gente comiendo y sentada por las aceras y, sobre todo, alucinas con el tema de las motos.

No fue nuestro primer contacto con Asia (ya lo tuvimos en la Luna de Miel con Bali en 2011) pero aún así, llama mucho la atención. La frase que usan ellos (This is Asia) la tienes que tener presente todo el rato, para bien y para mal. Es un caos que al principio agobia pero al que terminas adaptándote.

Eso sí, lo de cruzar la calle es casi «una experiencia religiosa». Lo que ya habréis leído en otros blogs es textual: hay que mirar para adelante, andar decidido (ni muy rápido ni muy despacio) y cruzar. Las motos ya se ocuparán de esquivarte. Si te paras a esperar a que el flujo de tráfico se detenga, puedes eternizarte. Eso sí, la norma con las motos, no se aplica a los coches, así que con ellos sí que hay que tener mucho cuidado.

Aquella primera noche en la ciudad teníamos claro dónde queríamos cenar: en Little Hanoi. Habíamos leído muy buenos comentarios sobre este sitio y además está en pleno Casco Viejo, así que nos pareció el lugar ideal para probar, por primera vez, la comida vietnamita.

Little Hanoi está en la calle Ta Hien, 9. Fijaos bien en el número porque hay varios locales parecidos en esa calle y como vais a ver en la foto que os pongo a continuación, es fácil equivocarse:

Al entrar, el local agobia un poco. Es muy pequeñito, hace mucho calor (no hay A/C, sólo ventiladores) y hay mucha gente, pero te habituas. El dueño, encantador, nos encontró una mesita para los dos y nos trajo la carta. El local entero está lleno de papeles y escritos con dedicatoriasen todos los idiomas de todos los visitantes de prácticamente cada rincón del mundo.

Nosotros pedimos calamares con verduras, la berenjena y una ración de rollitos vietnamitas mixtos. Además, un zumo de frutas natural de sandía. Fue un auténtica maravilla. Todo estaba riquísimo y lo disfrutamos como enanos.

El plato de Berenjena, una delicia

La cena nos salió por 320.000 VND, lo que al cambio vienen a ser unos 11 euros. Esta es, como podéis ver, otra de las cosas que sorprenden mucho para bien de Vietnam. Se come sano, rico y muuuuy barato.

No contentos con la paliza que llevábamos encima, nos animamos a ir a dar una última vueltecita nocturna por el Lago Hoan Kiem. Por la noche hay mucha gente, paseando, haciendo ejercicio o tomando algo sentados en los bancos. Además, las luces del puente, de Ngoc Son (el Templo en medio del lago) y de los edificios del Barrio Viejo reflejan en el agua creando un panorama muy chulo.

A eso de las 22.00, completamente rotos, nos arrastramos hasta nuestro hotel y nos sumergimos en un sueño reparador en nuestra cama muy felices con nuestras primeras horas en Vietnam.

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